La relación entre madre e hijo es probablemente la más compleja y contradictoria, en cualquier sociedad del mundo. Los lazos que les unen, van más allá de la genética, traspasando las fronteras metafísicas y racionales.

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Yo crecí al lado de una madre soltera, sobreprotectora, que luchó en una sociedad machista con muchas limitaciones. La relación con mi madre ha tenido sus altos y bajos, pero compartíamos un amor infinito e inexplicable, y este es el punto de partida e inspiración para desarrollar “Yanet y Roland”.

 

A lo largo de este viaje había escrito varias historias sobre padres e hijos, pero todo cambió cuando empecé a convivir con mis vecinos (Yanet y Roland). Mientras les observaba diariamente descubrí una gran empatía con ellos, en su manera de relacionarse, sus discusiones y la forma sútil de darse apoyo y afecto mutuamente. 

 

Mi objetivo principal es contar una historia con humanidad, sobre una madre y un hijo que no han podido desarrollar ningún tipo de relación afectiva por diversas circunstancias de la vida y sus contrariedades, pero aún en su incapacidad emocional, el lazo que les une es inquebrantable.